23 de febrero de 2009

filosofía mundana (Adam&Ágatha)

Adam quisiera ser libre como el viento que entra por la mañana a la ventana de su habitación y Ágatha quisiera ser la cortina que se mueve con él.

Adam se quedó huérfano de hermanos y con eso huérfano de sonrisas escandalosas. Sólo sonríe cuando algo le gusta mucho y con Ágatha se pasa el día sonriendo aunque a veces lo esconde bajo una mano que le roza los labios. Una sonrisa suya vale mas de mil millones de carcajadas. Él adora viajar, se pasa mucho tiempo por ciudades que cuesta decir su nombre y aunque Ágatha no lo sabe en sus maletas siempre hay sitio para una foto de los dos en un bungalow medio dormidos con la cabeza de ella reposada encima de su hombro y radiantes de felicidad.
Unas gafas negras le dan un toque que de vez en cuando realza con una barba de dos o tres días que le cubre su tez morena.

Ágatha es simplemente excepcional. Aunque parezca que su carácter puede ser un poco dócil es la que pone el orden, las leyes y las injusticias en su casa. Adam hace todo lo que ella quiere y a cambio ella le da su confianza. Vivió con su madre y su hermana en el piso que ahora viven ellos y se conoce la ciudad como si fuera el pasillo de su casa.
Le gusta viajar con Adam aunque le gusta más recibir las postales cuando llega tarde a casa después de haberse pasado el fin de semana conmigo por no quedarse sola y me llama y me cuenta que le hecha de menos como las rosas serían capaces de hechar de menos a los pétalos, como el reloj hecha de menos al tiempo o como el invierno hecha de menos la nieve

17 de febrero de 2009

filosofía mundana (Agatha&Adam)

“Tenemos que hablar”. Fatídica frase escrita casi en código morse en un mensaje que recibí al cabo de dos horas cuando aún estaba recogiendo la mesa de la cena y él había salido del examen que lógicamente suspendió por falta de atención.
Hablamos y sentenció que nuestra amistad era mas fuerte que una noche de lujuria (¿una noche de lujuria??? sólo había sido eso para él? ¡Pues que todas las noches lo sean !). Nuestra amistad fue más fuerte (y lo es) pero no tuvimos problemas en sucumbir a más noches de esas que se convirtieron en cierta rutina (¡Bendita rutina!) y creo que nunca más hemos vuelto a hablar del tema por miedo a descubrir que de verdad nos hemos acostumbrado a tenernos tan cerca.
Hemos estado con más gente. Quiero decir que él ha tenido alguna que otra pareja estable igual que yo y durante ese tiempo nos hemos visto escasamente pero todas las aguas vuelven a su cauce cuando los ríos ya están marcados de tanto que el agua sesga los bordes.

Ahora no sé pensar en mí sin pensar un poco en él. Paso por delante de los escaparates de las casas de muebles y me imagino nuestra casa, se me esbozan las habitaciones, como las de Adam y Ágatha.
Curioso lo suyo también. Viven juntos desde que empezaron a estudiar en la universidad y aun siguen compartiendo piso. Son amigos tan y tan amigos que Ágatha no se atreve a meterse en la cama con él. Todo el mundo piensa que son pareja. Todo el mundo da por sentado que se aman con la locura que se aman los amantes y no es así. Se aman pero por encima de muchas cosas. Se aman por encima de las opiniones y los comentarios obscenos, se aman por encima de muchos y por debajo de pocos pero no se aman igual. Adam la ama como amaría a su hermana si la tuviera. Ágatha le ama como amaría a su príncipe azul de los cuentos que aun conserva.

14 de febrero de 2009

filosofía mundana (en el coche)

Aquí tengo que parar. Aquí se me paró el mundo. En ese viaje me descubrí a mi misma. Entendí que mi soledad oculta bajo capas finísimas de ironías y de olvidos salió al descubierto al ver que Al también se sentía solo. “La fama no me da lo que la vida me pide” ¡Por Dios! El chico más deseado de la ciudad se me estaba confesando, sólo a mi, prescindiendo de todo el mundo, empezando una amistad a base de guiños, dramas y sonrisas cómplices y sinceras. Des de ese día me rendí ante el estereotipo de chico que siempre había criticado.
Un martes a las tres de la madrugada me llamó “Quiero hablar” dijo con voz preocupada y le escuché, ¡madre si le escuché! y le intenté ayudar todo lo que pude que resultó ser mucho. ¿Saben que es lo mejor de Al? Que siempre tiene un As en la manga y recompensa todo lo que le des.
Miércoles. Recompensa. Llamó a la puerta de casa y se presentó con una botella de vino y un paquete de pasta fresca. “¿Has cenado?” “te estaba esperando”. ¡Sí! ¡Un punto para mí y mi espectacular respuesta!
Cenamos, bebimos más de lo que teníamos planeado, y nos pusimos a ver la película “Sueños de un seductor” de Woody Allen la cual no llegamos a ver ni 40 minutos. Desde que le dimos stop a la peli hasta las nueve de la mañana siguiente en que Al tenía un examen digamos que asentamos por fin nuestra relación. Yo no tuve fuerzas para vestirme y largarme a clase como hizo él. Tenía que plantearme muchas cosas y me las planteé pero no sirvió de nada. Déjense de estar de razonamientos y de fuerzas de voluntad. Las cosas se tienen que admitir como son y yo admito que a parte de ser una de mis mejores noches tuve serios problemas de concentración durante las dos semanas siguientes.