21 de noviembre de 2009

filosofia mundana (cena con mamá)

Querido sábado,

Después de que Agatha me llamara imbécil por dejar al hombre perfecto.
Después de que Noa me concediese coger en mis brazos con los pelos de punta a su Milagro de la vida.
Después de que Al me llamara desde casa de sus padres, donde ha vuelto a crear su nido, y me hablara de planes para hoy, para mañana, para siempre.
Después de que Carlos, Mario, San, Kiara me llamaran para preguntarme la duda que hasta corroe en mi corazón. ¿Por qué?
Después de toda una semana incontrolable, ayer apareció mamá en mi vida. Me abrazó, me secó las lágrimas y me invitó a pasar a su modesta casa. Silencio. No habían llamadas, ni gritos, ni prisas, ni ruidos más allá del "tiin" del microondas que avisaba que la vida se paraba en ese instante. Se veía el pequeño huerto de detrás rodeado por las mil flores que regaba cada día y que hacían de esa casa mi paraíso particular. Tomamos café y no paró de sonreirme en todo el tiempo.
-Mamá, gracias.
-¿gracias de qué?
-Por no preguntar por Yago.
-Bien, es tu vida, las rupturas siempre cuestan pero eres fuerte y esto lo superarás.
-Pero es que tengo mis motivos, mis cosas...
-Lo sé cariño, nadie te culpa de nada. Sois adultos, la vida sigue sin él. Ahora a aparecido Al otra vez aunque yo ya lo sabía. Si supieras las veces que ha venido a tomar café preguntándome por ti...Yo des de que teníais 17 años y os conocisteis sabía que era ÉL.
(Por primera vez en toda la tarde sonreí. Yo no sabía todo eso de Al y menos que mi madre fuera tan bruja como para predecir el futuro pero supongo que todas las madres tienen ese tercer ojo que vigila y adivina).
-Le fui infiel a Yago. No sé por qué. Él siempre estaba fuera y cuando me llamaba nunca tenía tiempo de hablar y cuando yo me iba siempre me gritaba y...
-¿Te pegó? Hija mía, ¿te pegó?
-No,no,no. Me levantó la mano un día y le giré la cara de un guantazo. Nunca más me chilló pero yo ya no estaba a gusto aunque le quiero. ¿Sabes? Hay veces en la vida en que parece que todo sea perfecto, en que hayas llegado al máximo de tu felicidad y entonces aparece algo que lo tuerce y que te hace volver a empezar el castillo de arena des de abajo.

Estuvimos hablando horas y horas hasta que me llamó Al para ir a cenar. Cuando le dije que estaba en casa de mamá me contestó "Si tu madre no tiene planes quédate allí, compro algo y cenamos con ella". Mi madre siempre tenía planes pero me convenció de que no había nada más importante que esa cena. Y para mí no había nada más importante que ella.

14 de noviembre de 2009

filosofía mundana (Yago, Noa y Amaya)

Querido sábado,

Esto es como cuando te tuerces el tobillo, llegas andando a casa pero el día siguiente no te puedes ni levantar del sofá. Hoy estoy igual. Después de torcerme el tobillo el jueves por la noche y llegar ayer corriendo a casa, hoy no sirvo ni para reciclar. Se entiende la metáfora ¿verdad? Lo digo porque ahora mismo hasta dudo de si mis palabras son conscientes de cómo crear una frase con sentido.

Ayer no fui a trabajar. Gripe justifiqué. Como ahora el mundo está revolucionado por todo lo que empiece con esta palabra no me dijeron nada. No es A, ni B, ni C, es Abecedario, eso, tengo la gripe Abecedario porque tengo todos los males y ningún remedio.
A media mañana me levanté de la cama y él (el problema, la desgracia, la felicidad, el gilipollas, el imbécil, el amor de mi vida) aún estaba allí. Esta vez no se levantó para ir a hacer ningún examen de mates, ni salió al balcón a fumar, ni desapareció con el sonido del despertador; esta vez estaba a mi lado, durmiendo. Preparé un café y, cuando iba a prepararle uno a él mientras el mío daba vueltas en el microondas, dejé el pote en el mármol de la cocina y me resbalé hasta el suelo notando el gres en mi cuerpo, el pomo del armario en mi espalda y la nevera en mis pies. Y rompí a llorar. Lloré por ser imbécil, lloré por Al y por todas las veces que me había echo llorar, lloré por supuesto por Yago, lloré por no haber sido capaz de plantarme en su puerta yo que me las daba de revolucionaria, de rompe esquemas y de valiente. Lloré por no haber sido capaz de parar todo esto antes de que llegara.

Al se levantó y me encontró allí. No dijo nada. Paró el microondas, se sentó a mi lado y me abrazó. Llevábamos más de 12 horas juntos y aún no nos habíamos dicho nada y de verdad que agradecí que no hablase porque posiblemente le hubiese roto la cara. Después del drama nos sentamos en la mesa a desayunar y hablamos de banalidades hasta que me preguntó "¿qué harás con Yago?" a lo que le respondí medio cabreada, medio asustada "¿Tú que quieres hacer conmigo?". Entonces miró al tazón, miró por la ventana, miró a la cocina y por fin, como si hubiese echo diana me miró a los ojos.
- Quiero estar contigo.
- Y yo quiero estar con Yago.
-Sabes que no es verdad y esta vez pienso insistir. Quiero estar contigo para siempre.
-¿Para siempre? Yo no quiero nada para siempre, yo quiero algo para el día a día. Estoy harta de que seas tú el que no tiene ni puta idea de lo que quiere. Sabías lo que sentía por ti y aún así te fuiste con otra, sabías que si me hubieses dicho "quédate" o simplemente hubieses echo esto de ayer hubiésemos estado juntos des de hace tanto...
- Pero es que yo no sabía...es que joder, es todo muy largo y difícil. Ostia, ¿no te vale un te quiero, no te vale que haya dejado a Ari, que me haya ido del piso que estábamos compartiendo, que lo haya dejado todo por ti?

Y la verdad es que como una idiota me apunté una victoria encima del cadáver de esta tal Ari "rizitos de oro" y sonreí por lo bajito, sin ser consciente de que Yago, en menos de 3 horas llegaba de Estados Unidos.

Al se fue a trabajar, yo me blindé el corazón a prueba de balas, me vestí y le mandé un mensaje a Yago diciéndole que no podía irle a buscar al aeropuerto, que cogiera el tren y se viniera. Mientras preparé una estrategia, me tomé dos cafés más, cambié las sábanas, barrí, limpié los cristales y hasta me dio tiempo de sentarme en el sofá y temblar como un "blandimblú" de esos de cuando era pequeña.
Llegó, le abrí, le besé pero sin entusiasmo y le hice pasar al comedor. Se acojonó. Así de claro. Empezamos a hablar, le conté todo des de mis primeras dudas, me salté la parte de Amsterdam, la de Alemania y la de Al pero bueno, todo lo demás lo supo.
No voy a repetir en palabras todo lo que vino las dos horas de después, lo importante es que se nos acabó la conversación con la llamada de una de las vecinas:
-¡Noa está de parto! !Ayúdame!
Y claro, subimos a su piso, cogimos a Noa en brazos, nos la llevamos al coche de Yago y para el hospital. Yo no creo en las casualidades pero gracias al nacimiento de la pequeña Amaya, pude acabar sin discutir con Yago, llamar a Al para que me viniera a buscar y poner un punto y a parte grandioso en mi vida. Ahora, de momento, estoy tumbada en el sofá intentando empezar la primera frase con la mayúscula correcta.

12 de noviembre de 2009

Querido jueves,

Hoy te escribo desde el silencio de mis ideas y desde el suicidio de mis sentimientos.
Escribo desde la mente en blanco y el corazón en rojo intenso desangrándose. Razono desde el subconsciente que no sabe lo que es la realidad.



Miércoles. 11 y algo de la noche. Suena el timbre del piso. Paro de teclear el correo que estaba escribiendo a los italianos. Acompaño mi cara de sorpresa con un ligero movimiento de cuello mirando a la puerta de la habitación, como si mirando hacia el pasillo pudiese ver quien interrumpe la noche detrás de la puerta. Sigo con lo mío. Al cabo de menos de un minuto vuelve a sonar el timbre. Esta vez, acabo de escribir el mail, lo envío, paro la música y con un aire más de cansancio que de cabreo levanto mis pantalones de pijama de la silla y, arrastrando las manos cubiertas por la sudadera del Avanti College por la pared del pasillo, me digno a abrir la puerta. Ni me acerco a la mirilla, total, a esas horas si es un ladrón lo más valioso que tengo es el ordenador, la tele y el microondas, y si es un asesino, le invito a cenar un poco y luego pues que me mate en la bañera que sino me pone el suelo perdido de sangre y con lo pesada que se ponía siempre mi madre cuando tenía que quitar la sangre de la ropa solo faltaría que tuviese que limpiar el suelo. Bueno, a lo que iba. Abro la puerta sin sonrisa falsas, no tengo porque disimular que me molesta. Y entonces aparece él, con las manos en los bolsillos, ahí plantado sobre la alfombra, inmóvil. Y yo me caigo por dentro y me apoyo en el marco de la puerta. No nos decimos nada. Él sigue quieto mirándome a los ojos como si estuviese tan convencido de sus actos que nada en el mundo lo haría mover ni un milímetro. Y yo delante, mirando lejos, a algún punto del vacío de la escalera y a la vez cerca, repasando el marrón claro de su chaqueta. Me llevo una mano al pelo, puro instinto para no parecer una mendiga y me intento rehacer la cola de caballo que me cuelga hasta el cuello y mientras, intento meter pecho para dentro para que no se me noten los latidos que me retumban hasta en los oídos. Se acerca. Un paso adelante y una mano en mi mejilla. Ni siquiera me sale decirle "hola, pasa y tomamos algo" o "vete a la mierda" mientras chillo para que alguien me oiga. Él parece que no tiene intención de nada más que no sea intimidarme. La otra mano ya me está rozando la cadera y yo aún estoy mirando la escalera mientras aguanto el marco de la puerta como si un simple movimiento hiciese caerse todo el edificio. Me coge la cara con la derecha y me hace mirarle a los ojos.

"Perdóname. Te quiero" y sin darme tiempo a que las palabras me lleguen al cerebro encuentro sus ojos cerrados difuminándose delante de los míos y sus labios rozando los míos. La mano izquierda recorre mi espalda y su boca cada vez se abre más.Pongo mis brazos en su pecho y le empujo mientras intento un "movimiento cobra" fallido. Me ahogo y él parece que entre más me muevo más me abraza. Peleo con medias fuerzas hasta que la evidencia me hace rendir y mientras relajo los brazos los acompaño con la cremallera de su chaqueta.
Toda la rabia, toda la impotencia de los 20 primeros segundos se convierten en pura pasión, en obsesión, en éxtasis, en portazo, en labios húmedos, en manos frías en cuerpos delirantes, en ropa por el pasillo, en calor, en libertad, en silencios rotos por suspiros. Ni una palabra más. Tengo ganas de gritarle al mundo pero estoy muda. Sus latidos son tan fuertes como los míos y juntos marcamos una vieja melodía que con la acústica de la habitación se convierte en obra maestra.


Esta mañana. Las siete en punto. Oasis afina, dentro de mi móvil, sus guitarras para tocar el inoportuno "Stand by me" y despertarme. Me giro, le doy a repetir. Una mano reposa en mi vientre. Una mano que no es la mía. Me giro mientras me hiperventilo y me incorporo asaltada por imágenes más propias de cine X que de recuerdos de la noche anterior.Inspiro profundamente y me vuelvo a acostar después de la disputa intensa que ha tenido mi sensatez con mi corazón. (0-1). No puedo negar que hasta en mis mejores sueños nada pintaba tan perfecto.

Mañana dejaré a Yago.Después de esta idea vuelvo a dejarme a esas manos mañaneras, a los silencios detrás de esa sonrisa y a las sábanas arrugadas de felicidad. Vuelvo al loco juego de Al.