29 de septiembre de 2010

filosofía mundana (reuniones)

Querido miércoles,

Tengo tantos proyectos entre manos que empiezo a saturarme. El móvil saca humo entre llamadas, reuniones y entradas en la agenda. Este año decidí que no me compraría una agenda de papel, de las de toda la vida, porque nunca me acuerdo de cogerla y la del año pasado se pudrió desde julio detrás de la mesilla del comedor. Así que tiro de alarmas, recordatorios, memorándums de politonos varios que suenan todo el día y que me hacen parecer el tenderete del tiro de la feria del pueblo.

Ayer recibí una carta, de correo convencional como los recibos, aceptándome una solicitud que pedí hace un año aproximadamente. Todo empezó cuando el verano pasado Kiara se fue de viaje de cooperación a Perú, a mi me entró esa inquietud de ayudar pero estoy harta de viajar todo el año así que decidí buscar algún proyecto gratuito de voluntariado por el país y lo encontré. Fue más por casualidad que por búsqueda. Cuando ya había desistido fui a la universidad donde había estudiado a dar una conferencia y en un tablón de anuncios vi una pequeña postal amarilla que, con unas grandes letras negras, ponía "Proyecto Nightingale". Me acerqué y vi tres palabras: voluntarios, niños, inmigración. Arranqué la postal y me la guardé. Cuando llegué a casa entré a la web y empecé a leer los proyectos que tenían en mente o que ya habían empezado a difundir. Me encantó la sencillez y encanto con el que transmitían sus ideales y me apunté para hacer de mentora de un menor inmigrante recién llegado a la ciudad. Sonaba divertido y me pareció una buena manera para ayudar a la integración e igualdad en esta enorme ciudad. Mandé una carta con mi currículum y mi inexperiencia en el mundo de la docencia o los niños. Lo vi como un gran punto en contra pero aún así lo probé.
Hasta ayer no había sabido nada. Abrí la carta y desesperé. "Ha sido preseleccionada para formar parte del proyecto. Tiene una entrevista personal el miércoles 29 de setiembre a las 16:00h en la facultad de Psicología de la Universidad". Eso era hoy. Era estúpido e irreal que me hubiesen seleccionado. No había peor momento en mi vida, no tenía tiempo de estar en la comida de las 2 en el centro de la ciudad con los de diseño y después a las 5 en la reunión con los de publicidad. Era casi imposible. Lo iba a dar por perdido hasta el momento en que he pensado que pocas veces se tiene una oportunidad cono ésta. Me he puesto un vestido de topos retro blanco con botines rojos de plataforma de esos que parecen sacados de un videoclip (yo que apenas me aguanto con las zapatillas de estar por casa) me he recogido el pelo a lo "despeinado", una bolsa con dos looks más y me he ido a la comida con los de diseño. Mi look era para ellos, yo no voy así por la calle, me da más vergüenza que otra cosa pero una manera de ganar puntos es integrándote. Si no puedes con ellos, confúndelos. A las 3 estaba saliendo de la comida, me he metido en el metro y he ido hasta la universidad. Después de 10 minutos buscando la maldita facultad y he entrado en el baño a cambiarme. Tejanos, camiseta con la foto de Lou Reed, coleta alta,bambas y fuera maquillaje. A las cuatro y media ya estaba fuera. Ha sido interesante pero tengo poco a comentar al respeto, me han que ya me llamarían pero que les parecía buena candidata para una de las plazas, sin dudarlo he aceptado todas la condiciones. Ahora empiezo a arrepentirme. He salido corriendo a coger otra vez el metro hacia mi trabajo. Me he metido en el baño de la planta de las reuniones y me he vuelto a cambiar con el tercer look en cuestión. Camisa blanca de manga larga, falda negra de tubo alta con un cinturón ancho y zapatos negros de talón ancho. Pelo recogido en un moño y labios rojos. Con la prisa se me ha caído el pintalabios y me he manchado toda la camisa. De arriba a bajo. En el punto de romper el espejo he respirado, me he sentado en la taza y he asumido lo que había. La única solución posible que he encontrado ha sido ponerme la camiseta de Lou Reed por dentro de la falda y hacer como si nada. Arreglada pero informal. Metí todo lo otro en el saco y he salido. Más por milagro que por suerte, me he cruzado con Eduardo, un compañero que llevaba una camisa blanca con un chaleco negro ceñido, lo he cogido por el brazo y lo he metido en el baño. Lo he desnudado y me he puesto su camisa y su chaleco, a cambio de mi camiseta. Creo que a estas horas aun está alucinando. He entrado a la reunión y para rematar las prisas se me ha caído un boli. Al agacharme a cogerlo se me ha petado un botón de la camisa. Nunca había tenido tantos aplausos al final de mi explicación.

Simplemente, lo conseguí. Todo.

20 de septiembre de 2010

filosofía mundana (comidas y pelotas)

Querido lunes,

Este fin de semana me tocaba comida de empresa. El caso era pasar toda la empresa y familias el domingo de comida en un merendero preparado con carpas, castillos hinchables para los niños, actividades variadas para todos. Un coñazo. Quería reconciliarme con Al antes del domingo porque, sin duda alguna, no pensaba ir sola a esa macro-convención de gilipollez y peloteo.

Nos reconciliamos. Fue fácil. El domingo al volverme a casa lo llamé. No le dije mucho. "Oye, mira que he visto una exposición en el museo nacional que traen algún cuadro de Van Gogh y Monet" y él (haciéndose el ofendido, el indiferente) dijo "ah, ¿y te ha gustado?" y yo "aún no he ido...". Se hizo el silencio. 3 segundos. "Venga vale, vamos mañana. Te recojo cuando salga a las 7". Perfecto. Me lo apunto para la próxima: cultura.

Le comenté el tema de la comida y me dijo que ya hablaríamos durante la semana. Llegó el viernes y no me dijo nada así que di por hecho que tendría que ir sola a aguantar los pelotas y los imbéciles. Pero no. Por suerte (bien, por desgracia) el sábado por la noche Al empezó a vomitar, a encontrarse mal y a tener fiebre. Ya sabemos todos como son los hombres de exagerados pero esta vez no le dije nada, tansolo "nos quedamos el fin de semana en casa, descansa", el muy miserable me dijo "oye ¿y la comida? ve tranquila que yo me se cuidar solo".

Reímos.
Y me vomitó encima.

14 de septiembre de 2010

filosofía mundana (el fin de semana con Pol)

Querido martes,
Este fin de semana me he vuelto a quedar con Pol. La verdad es que me sirve de escape y es que últimamente necesito más que nunca olvidarme un poco de las obligaciones de ser mayor y volver a correr y a columpiarme y a saltar. Supongo que son épocas de la vida, son ciclos y ahora no estoy en mi mejor momento.

El caso es que me lo trajeron el sábado por la mañana pero yo tenía trabajo así que, mientras acababa de perfilar un proyecto, le saqué el baúl de juguetes, se sentó en la alfombra y empezó a jugar. Cuando se cansó vino y me dijo "¿porque no está Al?" y intenté, tan buenamente como pude, explicarle que Al y yo nos estábamos dando un tiempo para reflexionar sobre nuestra tormentosa relación ya que yo, como una estúpida, tenía miedo de que entrara demasiado en mi vida pero que no me olvidaba de él y que le quería tanto que cada día le echaba más de menos. Se había sentado encima mío, bajó y se volvió a su baúl. Yo me quedé llorando a moco tendido encima del ordenador y pensando que ojalá pudiese hacer como Pol, girarme y dejar los problemas en la habitación e irme a jugar.

Cuando terminé de trabajar me puse a jugar con él. Tenía demasiados juguetes y se me ocurrió comentarle la idea de hacer un paquete con juguetes que no quisiera y así llevarlos a la guardería de la cárcel de las afueras. Me dijo que no, que los juguetes eran suyos. Intenté convencerlo y después de un berrinche que casi lo tiro por la ventana, conseguí meter en una caja de cartón los juguetes que no quería y que Laura no iba a heredar. Arriba escribimos "de parte de Pol para todos", la metimos en el coche y fuimos allí. No es un sitio agradable y a Pol le daba miedo. A mi también. Entramos y un hombre poco amable nos dijo que allí no aceptaban nada así que pusimos rumbo hacia las barriadas del extraradio donde busqué el casal que dirigía una antigua compañera de escuela. Lo encontré. En esos momentos estaba trabajando con los más pequeños ya que con tan solo 3 años muchos niños ya sufren problemas de integración en esta sociedad estratificada. Allí sí que nos recibieron con los brazos abiertos. Bueno, todos menos el niño que me pateó y casi muerde a Pol. Salimos y me sentí una mujer nueva.
Para compensarle la buena obra del día, después de comer en casa, me lo llevé a un parque que hay cerca de casa donde merendamos bocadillos de Nocilla y zumo de naranja. Que bien sienta un día en el parque.

Por la noche cenamos, vimos a Pocoyó y lo puse a dormir. El domingo a las 7:05 ya estaba saltando encima de mi cama. ¿Quien se despierta a las 7 de la mañana de un domingo? Él y, de rebote, yo. Desayunamos y a las 8:30 ya lo tenía vestido y sentado en el sofá. A esas horas no pensaba ni que hubiesen calles puestas,así que esperamos hasta las 9:30 cuando ya lo tenía casi trepando por las paredes. Llamé a mi abuela. Seguro que le hacía ilusión ver a su bisnieto y ella siempre se levantaba temprano. "Si,si, venid y de paso me pones un par de bombillas "fotogénicas" que he comprado nuevas". Fuimos y las bombillas eras halógenas y cuando le comenté a mi abuela su respuesta fue "halogenadas? esta bien, tu súbete y ponlas, con que hagan luz ya tengo bastante". Más tarde fuimos los tres a dar una vuelta y luego a comer a casa de Lua donde ya dejé al pequeño monstruo.

Regresé a casa y estaba para trapos. ¡Qué duro es vivir con una criatura dos días!
Llamé a Al.

7 de septiembre de 2010

filosofía mundana (Zoo)

Querido lunes,
Estoy bastante para el arrastre pero voy a contar mi experiencia de ayer. Me estoy recuperando bastante bien del esguince, ya no llevo muletas y he empezado a andar bastante segura.

Llevaba 3 semanas sin hacer casi nada especial así que el sábado llamé a Lua y le dije si tenía planes para el domingo. Lógicamente me dijo que no. "Tengo dos criaturas,¿ dónde quieres que vaya?" fue su respuesta. Últimamente la veo un poco agobiada con los niños, la casa y todo así que decidí llevarme el domingo a Pol al zoo. Lo fui a buscar a las 8 de la mañana y nos fuimos a desayunar y a ver animales. La verdad es que yo hacía años (¡pero muchos!) que no iba y, en parte, también me hacía ilusión.

Entramos y Pol se volvió loco. No creo que sea posible pasar más horas plantados delante de los pingüinos de las que nos estuvimos nosotros. Tampoco recordaba que el Zoo fuera tan y tan grande ni que se me hiciera tan eterno el pasillo de las serpientes. Comimos los bocatas que nos había hecho Lua para los dos (esta mujer está en todo) y Pol empezó su monólogo sobre los pingüinos, las casas de hielo (iglús, palabra que aprendió ayer) concluyendo que de mayor quiere vivir en el Polo Norte. Este niño no calla y me parto porque le faltan palabras, gira verbos, se equivoca con los pronombres pero aun así él sigue su discurso.

Lo mejor del día (y quizás de la semana) fue cuando lo volvía a casa ya tarde. Iba medio dormido en su sillita de atrás y cuando paré en un semáforo me dijo: "¿Sabes qué? Eres la mejor tía del mundo" y me sonrió por el retrovisor.


La semana que viene me lo llevo al parque.

2 de septiembre de 2010

filosofía mundana (Maik)

Querido jueves,

Hacía mucho tiempo que no hacía 400km en coche. La verdad es que conducir no es mi pasión. Me gusta pero cuando llevas más de dos horas es cansado. Ayer me pegué 800km. Sola. Todo fue muy rápido y raro a la vez.
El martes por la tarde me llamó un viejo amigo, hacía más de 5 años que no hablaba con él. Lo conocí un verano en una granja donde no había ni luz ni agua corriente donde fui a reformarla con una organización de éstas que se encargan de restaurar y reconstruir. Él era uno de los organizadores. No me esperaba su llamada así que cogí el teléfono sorprendida. Solo me dijo un tímido "hola". No hacía falta más, aún después de tantos años, para intuir que algo no iba bien. "¿Qué pasa?" le respondí sin preguntarle cómo estaba, ni cómo estaban sus hijos. "Maik, ha muerto". Tres palabras. Tuve un escalofrío y me vino la imagen de Maik. Era otro de los colaboradores que había estado conmigo ese verano y que después se había quedado trabajando con la organización para seguir ampliando proyectos. Era un grandullón con un corazón tan y tan grande como su pecho. Le pedí la fecha, hora y sitio del entierro y colgué. Fue una sensación rara porque nunca antes me habían comunicado que había muerto un amigo así de golpe, sin estar enfermo, ni caerse, ni nada. Parada cardíaca. La distancia y el tiempo evitó que llorara y me sorprendí a mi misma entera, de pie en el comedor, sonriendo mientras pensaba en él.

Ayer, sin pensármelo dos veces, me levanté a las 6 de la mañana, cogí el coche y me pegué las 4 horas de camino hasta su pueblo. Le di el pésame a su familia que ni siquiera había visto antes, fui al entierro y me volví.

A medio camino el esguince reivindicó su espacio y me impidió seguir. Llamé a Al para que me viniese a buscar. Vino con su primo y me volvieron a casa.

Hoy vuelvo a estar convaleciente en mi cama pero tengo un pequeño "algo" dentro mío que me dice que tenía que ir y mira que yo no soy de funerales pomposos ni de grandes despedidas.

Maik era un buen amigo, de aquellos que están lejos pero que llamas una vez al mes para saber cómo están, qué proyectos nuevos tienen, cómo les va todo. Maik nunca se cansaba de pedirme que fuera a verle. Fui. Lástima que llegué tarde.